domingo, 14 de diciembre de 2008

ARTE DE LA ALTA EDAD MEDIA

EL LIBRO DE KELLS



Este códice es la culminación de los manuscritos miniados irlandeses. Es uno de los que mejor plasma la vitalidad, la libertad, la fantasía, el capricho y el gusto extraordinario por la ornamentación de la miniatura irlandesa, aquí llevado a su mayor expresión.
La página tapiz de la ilustración, dedicada al monograma de Cristo. es un “incipit”, es decir, el inicio del texto que viene a continuación. Entre dos signos caligráficos laberínticos, nos muestra esa decoración lineal, geométrica y abstracta, tan propia del sustrato celta del mundo irlandés. Todo está dentro de cada marco, sin rebasarlo. Incluso la propia caligrafía se llena de decoración, llevándose al máximo desarrollo las letras capitales. en los detalles ornamentales,
En la ornamentación, se aprecia un notable influjo del esmalte cloisonné La letra griega χ “gi”, se curva, siendo difícil de identificar, también la letra “ρ” “ro” y la “iota” la “ι”.
Hay una gran suntuosidad decorativa. Todo está lleno de vida y dinamismo. Las letras aparecen perfectamente perfiladas por líneas que crean un marco geométrico, dentro del cual quedan perfectamente determinados y enmarcados unos entrelazos decorativos, llenos de vitalidad y organicismo, lo que facilita la claridad visual del complejo entramado laberíntico de la decoración que llena la página tapiz. Los lazos geométricos terminan en formas orgánicas de cabezas de animales y de hombres, como vemos aquí. Esto último puede reflejar la concepción celta de un mundo poblado de espíritus en continua transformación, siempre en proceso de génesis.
A partir del libro de Kells, va a aparecer en muchos manuscritos medievales la tabla de concordancias o canon, para indicar la correspondencia entre los pasajes comunes a los distintos evangelios. Aquí resultan de poca utilidad, puesto que los versículos no aparecen numerados en el texto, lo que hace pensar que este libro no estaba destinado al uso cotidiano, sino que se trataba de una obra especialmente creada en honor de Dios y San Colombano.
La tabla de concordancias está decorada con unos entrelazados muy tupidos y dinámicos, cuyos elementos orgánicos se convierten en un entrelazo más que termina en la cabeza, como el de ese hombrecillo que se acomoda al marco.
Algo que caracteriza a los manuscritos irlandeses más antiguos, es la aplicación de tintas planas, Sin embargo, en el libro de Kells, se juega con la gradación del color de una manera muy sutil, lo que unido a una apreciable riqueza cromática, le da un aspecto muy rico.
La página tapiz del Tetramorfos de la ilustración precede al evangelio de San Juan. Está dividida por una cruz de San Andrés, cuyo centro está ocupado por un gran rombo. El conjunto está cerrado por recuadros decorados con espirales, entrelazos y figuras antropomorfas. Los símbolos de los evangelistas están colocados entre los brazos de la cruz. El León y el Toro están dotados de alas, y el León es difícilmente reconocible como tal. Todas estas imágenes son producto de una gran fantasía y un cromatismo muy rico e imaginativo. Esta página está delante de los evangelios y de cada una de las representaciones de los evangelistas. Aquí podemos apreciar la gradación cromática, como se juega con los azules que dominan junto con los amarillos y el rojo. Hay referencia al “esmalte cloisonné”, en la forma de perfilar los miembros de los animales simbólicos y del contorno de sus cuerpos, que recuerdan los listeles del esmalte cloisonné”. Vemos de nuevo la rica decoración geométrica.
En el libro de Kells, se da mucha importancia a la figura humana, cuyo tratamiento alcanza un gran desarrollo. Aquí , va a haber también representaciones de la figura humana a plena página, como la de San Juan Evangelista. Es el único retrato que ha podido ser identificado con certeza. San Juan aparece sentado en un trono, cuyo respaldo redondeado ha sido representado con la intención de sugerir el espacio en profundidad. La mano izquierda levantada mostrando un ejemplar de su evangelio, mientras que su mano derecha sostiene una larga pluma cuyo extremo está a punto de ser introducido en un tintero colocado cerca de su pie derecho. El rostro barbado, los grandes ojos muy abiertos con la mirada fija al frente.
De nuevo aparecen los marcos, con los motivos típicos de los entrelazos. Vemos como se inserta la ornamentación geométrica propia del mundo irlandés en el propio halo, hasta constituir una greca más. Sin embargo, en el modo de dibujar las vestiduras y de modelar la figura hay una referencia al mundo clásico.
Hay una estricta simetría, conforme a la que se disponen los pliegues de las vestiduras. En el rostro se aprecia una marcada geometrización y estilización, los ojos muy grandes y las cejas muy curvadas, le dan un aspecto muy hierático que va muy bien con lo religioso.
Aparecen imágenes inéditas en la miniatura occidental, como es esta imagen de la Virgen con el niño, sentada en un trono y rodeada de ángeles. Esta miniatura seguramente estaría relacionada con la imagen de los Magos, constituyendo una Epifanía.
En la página de la izquierda, aparecería la Virgen y el niño y en la de la derecha los Magos. Esta segunda página se perdió seguramente, bien en los saqueos a que fueron sometidos los monasterios irlandeses por los normandos, bien a la salvaje mutilación que sufrió este manuscrito en el siglo XIX, del que se arrancaron algunas páginas y se mutilaron otras.
Aunque se da mucha importancia a la imagen de Cristo, únicamente aparece una imagen suya a toda página, sentado en un modesto trono en compañía de cuatro ángeles y vistiendo una suntuosa túnica roja, en alusión a la púrpura imperial. Vemos de nuevo las características de simetría que aluden al mundo clásico, aunque a la vez no se olvidan estos estilemas tan típicos del mundo irlandés. El cabello ensortijado se convierte en una decoración geométrica, en un puro entrelazo. La decoración se acompaña de motivos iconográficos propios del repertorio del mundo paleocristiano, como son las figuras de los dos pavos reales, que descansan sobre unos motivos de pámpanos y vides.
Son muy interesantes estas dos miniaturas, cuyos temas son inéditos también. Una es el prendimiento de Cristo y la otra es la última de las tentaciones de Cristo.
Hay un dominio de la simetría, casi absoluto, que permite construir la imagen casi como si se hubiera reflejado la mitad de ella en un espejo. Las curvas son casi exactas y también la disposición de los personajes que hay a un lado y otro de la figura de Cristo. Es una escena realmente muy interesante.
También lo es esta otra escena, en donde aparece Cristo sobre el pináculo del templo de Jerusalén. San Lucas 4, 9-13. “….Le condujo luego a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres hijo de Dios échate de aquí abajo; porqué escrito está : “A sus ángeles ha mandado sobre ti para que te guarden y te tomen en las manos para que no tropi ece tu pie contra las piedras”. Respondiendo, díjole Jesús: Dicho está: “no tentarás al Señor tu Dios”…”. Hay claros problemas en la composición de la disposición del cuerpo y los brazos que aparecen rechazando al demonio, la figura esquemática de negro.
En el vano de la puerta de la fachada del templo, aparece el busto de un personaje juvenil que lleva en sus manos dos varas florecidas cruzadas sobre el pecho, en una postura semejante a la del dios egipcio Osiris, lo que parece ser una alusión a la “parusia”, a la segunda venida de Cristo, que es contemplada por qie aparecen en la parte inferior.
La miniatura irlandesa va a ser muy admirada en la Europa Continental en siglos posteriores. Hay un texto del siglo XII que habla sobre el libro de Kells, que dice lo siguiente: “Hay en esta tantas composiciones como páginas, todas exquisitas gracias a la variedad de colores, si las observas de la manera habitual, superficialmente y sin prestar atención, te parecerán más una mancha que un todo integrado y no percibirás ninguna de sus sutilezas, cuando en realidad, todo es sutileza pura. En cambio, si dejas que la mirada descanse mas cerca y penetre con mayor profundidad en los misterios del arte, observarás lo intrincado de los detalles, tan delicados y finos, tan compactos y cuidadosamente artificiales, tan unidos y entrelazados, y no obstante, tan irradiados por la frescura de los colores, que seguramente creerás que toda la composición es obra de la destreza de un ángel y no de la de un hombre. La verdad es que cuanto más a menudo y más atentamente contemplo la obra, más enmudezco ante algo tan nuevo y percibo cada vez aspectos que redoblan mi admiración. “Este texto refleja muy bien todas las características que hemos estado viendo en los manuscritos de Kells.











3 comentarios:

fernando dijo...

!Impresionante!, menudo rollo escribir el codice de marras, se ve que no tenían nada mejor que hacer.

Un abrazo

Isabel dijo...

Hace pocas semanas estuve en Dublin y me aconsejaron que me ahorrara la enorme cola para ver el Libro de KELLS, puesto que una vez dentro es una desilusión, solo muestran un par de páginas. Es lógico que se quiera proteger, pero ahora que hay tan buenos escaneres podian tomarse la molestia de hacer una copia que se pueda tocar, existen escaneres que no estropean nada los libros o me equivoco?
Lo mismo me mintieron y tenía que haberlo visto¡ ¿Alguien lo ha vistado?
Besos

Maribel

Unknown dijo...

Es increibe el libro kells.. Me encataria algun dia verlo. La escritura celtica es impresionante..[ver mas]
Saludos

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